>Por Mathias J. Suárez.
La participación de los jóvenes en materia política es escasa. A diferencia de épocas anteriores, la juventud de hoy vuelca sus intereses en otros ámbitos, cuando no se ve arrastrada hacia diferentes formas de vacíos. Esto ultimo como consecuencia de fallas en el funcionamiento de algunas instituciones básicas como la familia o el Estado.
¿Cuales son los obstáculos que dificultan el acceso de las nuevas generaciones al espacio político? ¿ Hedonismo o crisis de la estructura socio-económica-política?
La participación de los jóvenes en materia política es escasa. A diferencia de épocas anteriores, la juventud de hoy vuelca sus intereses en otros ámbitos, cuando no se ve arrastrada hacia diferentes formas de vacíos. Esto ultimo como consecuencia de fallas en el funcionamiento de algunas instituciones básicas como la familia o el Estado.
¿Cuales son los obstáculos que dificultan el acceso de las nuevas generaciones al espacio político? ¿ Hedonismo o crisis de la estructura socio-económica-política?
Junto a la globalización y la era digital, una nueva ola de valores se apodera de nuestra cultura. En un mundo cada es mas chico y competitivo el materialismo hedonista es el principal estimulo de vida contemporáneo. "Tener" es la primera y principal pauta de comportamiento del periodo.
Y el consumismo es un remolino vertiginoso que hipnotiza la mirada de nuestros chicos.
El acto narcisista de mostrar ese exterior tiene como referentes a modelos, artistas, deportistas y personajes de reality show. El placer es efímero y visceral, y ahoga de lleno cualquier veta relacionada con el mundo de las abstracciones.
¿Cuales son las causas de esta crisis de valores?¿Por qué resulta tan difícil cambiar el rumbo de un estilo de vida que cada vez tiene más arraigo en las nuevas generaciones?
Desplazado el Estado benefactor, el mercantilismo liberal impuso sus códigos morales.
La cohesión social y sus estructuras se fueron desintegrando, cediendo el paso a nuevos actores. La televisión en jefe de familia, banda ancha las 24 horas y un sistema educativo jaqueado atentan contra la salud cultural de nuestra juventud. La ecuación es simple: sin cultura no hay política. Esto es, no hay estímulos ni valores que movilicen al ser humano en una manifestación activa y positiva. Con cultura no me refiero solo al concepto clásico de la palabra. La cultura no se da solamente en un colegio; se puede dar también en una asamblea barrial donde los vecinos se reúnen para manifestar sus problemas o en una fábrica donde los trabajadores organizadamente se politizan y luchan por sus derechos. Es en el tratamiento de estos problemas donde se va gestando una parte de la política, quizá la más pura. Son estos lugares claves donde la juventud debe encontrarse y actuar mancomunadamente con el resto de la sociedad para ir desarrollándose codo a codo. Parece obvio decir que la juventud forma parte de la sociedad, pero lamentablemente ello no siempre se va reflejado en la práctica.
A lo anterior debe sumársele la libre asociación, hecha por muchos, de la política con la corrupción y el oscurantismo.
La política aparece como una actividad ingrata en la cual no vale la pena involucrarse. Un reduccionismo conceptual que aleja a muchos jóvenes de la perspectiva de participación y construcción solidaria. Así el acento está puesto en lo individual. Con el "sálvese quien pueda" transformado en modelo social para nuestra juventud, la realización se convierte en un proceso personal y la acción colectiva se extingue.
La situación exige acciones coyunturales que permitan ir recuperando el terreno perdido. Nuestra sociedad necesita de jóvenes que se manifiesten de manera activa para poder progresar en el plano político y por ende en el social y económico. Debemos ser los jóvenes el motor fundamental de lucha de ese cambio. Para ello necesitamos una juventud capacitada, motivada y organizada. Una juventud que no se preocupe tanto por el tamaño de la memoria de su mp3 ni esté obsesionada por las visitas diarias de su fotolog, sino una que pueda saber quién era Karl Marx o Juan Domingo Perón. Una juventud que, en lugar de interesarse en ingresar a un boliche con una botellita de agua mineral en la mano, muestre mayor preocupación por involucrarse en actividades culturales y de integración social, muchas veces a cargo del Estado. Una juventud que represente lo que realimente vale la pena representar: la buena salud, física y mental, de nuestras sociedades.
diario cronica 15 de febrero de 2009
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